En la acepción común un artículo de diseño es un producto con un alto contenido creativo dirigido normalmente a una elite. El diseño crea sensación y es visto por la gran mayoria como algo “chic”. Al diseño, además, se suele atribuir una simple función estética, a menudo de carácter frívolo, lo qua ha llevado a una banalizacion de su utilidad.
El diseño es en realidad una técnica, una herramienta, un proceso previo a la realización práctica y eficiente de una idea. Dibujos y bocetos, y hoy en día todo tipo de recurso informático, nos permiten representar gráficamente pensamientos, plasmar ideas, pre-figurar algo que todavía no existe.
El objetivo del diseño es buscar soluciones a problemas que plantea una situación real, descubrir posibilidades y evitar inconvenientes posteriores a la realización de un proyecto. Por lo tanto, el proceso de diseño tiene como prioridad la funcionalidad de un producto; la creatividad y la originalidad del diseñador añaden valor estético al producto final.
Concretamente, diseñar un jardín significa organizar el espacio y planificar la plantación teniendo en cuenta aspectos de utilidad, economía, funcionalidad y estética. Gracias al diseño podemos comparar posibilidades, prever formas y volúmenes cuando el jardín todavía es solo un producto de nuestra imaginación. En el caso del jardín hay una particularidad más que hace que el diseño sea una herramienta imprescindible. Prever el crecimiento de las plantas, la evolución de su forma y su volumen, los cambios estacionales, requiere una gran capacidad de imaginación y previsión.
En un jardín recién montado la realización de la idea de proyecto es solo el punto de partida de una realidad que evolucionará constantemente con el tiempo.
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